Campanas de Libertad

un vistazo a lo más interesante de la actualidad

09 julio 2008

Un Gobierno pro muerte.

Se trata de destruir los valores compartidos por la sociedad española y sustituirlos por otros.

El presidente del Gobierno carece de un proyecto político para encarar la crisis política y económica. Ante lo que se avecina, se refugia en su proyecto, de vocación totalitaria, de trasformar el ser moral de la Nación. Estas son sus propuestas de lujo: más aborto, eutanasia más o menos encubierta, laicismo antiliberal y voto inmigrante. Ignoro si es una maniobra de distracción, pero, en ese caso, el humo de la cortina sería más tóxico que la crisis económica que se intenta ocultar.

La concesión del voto municipal a los inmigrantes es electoralismo en estado puro. Deberían exigirse algunos requisitos de integración, y, desde luego, la reciprocidad. El Gobierno no impulsa el laicismo, sino un ensayo de cercenar la libertad religiosa, que, además, entraña la injusticia de tratar de manera igual lo que es desigual.

Pero lo más llamativo de todo, que no, desde luego, sorprendente, es el radicalismo contra la vida. El Gobierno sabe que una ley de plazos atenta contra la Constitución, pero también conoce el estado del Tribunal Constitucional. La hipocresía de la ley de plazos es evidente: se considera que existe un derecho a matar al embrión hasta cierto día. A partir de él, se convierte en un delito. Maravillas jurídicas que produce el tamaño del ser humano. Sólo sería lícito matar lo pequeño. Ya ha empezado la monserga falaz: la existencia de dos derechos en conflicto, el del embrión a la vida, y el de la libertad de la madre a decidir matarlo; o la bienintencionada apelación a la crueldad de la cárcel (al parecer, también depende del tamaño de la víctima). Por mi parte, la cosa no es muy difícil: el aborto voluntario es siempre inmoral. Además, no debe ser autorizado por el Derecho en ningún caso, pero, en algunos, cabe no aplicar la pena y atender a las circunstancias eximentes de la responsabilidad criminal. Además, existen otras penas que no consisten en la privación de libertad. En suma: prohibición y penas muy benignas, según los casos. Decir que ninguna mujer tiene derecho a abortar no es lo mismo que decir que deba ir a la cárcel por hacerlo.

En su decisión de ocultar la realidad y enmascararla bajo el eufemismo, no se hablará de eutanasia, sino de regular los cuidados paliativos de enfermos terminales. Como si eso no estuviera regulado ya. De momento el doctor Montes ya sienta cátedra en la Menéndez Pelayo. Triste andará don Pedro Salinas. La dignidad no pertenece a la muerte, sino a la persona y a su vida.

Este Gobierno pro muerte parece dar más valor a la autonomía individual que a la vida. Por lo demás, estas reformas anunciadas son, además de improcedentes, inconstitucionales y, en el caso de que no lo fueran, requerirían el consenso entre los dos grandes partidos. El presidente sigue empeñado en esquilmar los caladeros radicales, mientras se olvida, salvo en algún arranque de falsa retórica, de los pobres y los marginados. Acaso haya estudios sociológicos que revelen que los pobres practican la abstención política. Aunque se tratara de maniobras de distracción, a mí me entristece que la muerte pueda atraer votos.

A esto se reduce el programa del Gobierno: ampliar el aborto, retirar los crucifijos y regular los cuidados paliativos. Pero no hay nada improvisado o casual: se trata de destruir los valores compartidos por la sociedad española y sustituirlos por otros. ¿Maldad o ignorancia? Sócrates pensaba que son la misma cosa.
Ignacio Sánchez Cámara

07 julio 2008

Palpando progresismo.

JUAN MANUEL DE PRADA. ABC

Dice José Antonio Alonso, portavoz socialista, que en el congreso que su partido acaba de celebrar «se palpa una orientación progresista». Sólo que, si palpas mucho, sales con las manos tintas de sangre. Los socialistas apuestan por una «reforma vanguardista» de la ley del aborto que «garantice la seguridad jurídica de las mujeres que deciden abortar» y su «derecho a decidir». Desde luego, Hannibal Lecter no hubiese formulado una apología más refinadamente eufemística del canibalismo que la que los socialistas nos ofrecen sobre el aborto. A abortar a mansalva, sin más impedimento que la fijación de un plazo arbitrario de gestación, lo llaman «reforma vanguardista»; a la impunidad del delincuente la bautizan «garantizar la seguridad jurídica»; a un delito tipificado lo denominan, en el colmo de la socarronería, «derecho a decidir». Hay que tener, desde luego, una jeta como la de Leatherface, el virtuoso de la sierra eléctrica en La matanza de Texas, para adulterar el lenguaje de un modo tan burdo y feroz.

Tales adulteraciones burdas serían, por supuesto, inverosímiles si no las precediese ese ofuscamiento de la conciencia moral del que ya nos previno Isaías: «¡Ay de los que a lo malo llaman bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!». Desde luego, emplear un criterio de plazos para establecer cuándo un delito contra la vida no debe ser castigado es una aberración jurídica (y científica) que no se sostiene ni aunque nos pongamos las botas a palpar progresismo: hace cincuenta años, un feto era viable cuando había completado siete meses de gestación; hoy lo es cuando ha completado tan sólo veintidós semanas; dentro de cincuenta años, tal vez lo sea cuando apenas haya sido concebido. Si a alguien se le ocurriera establecer que el asesinato de ancianos a partir de los setenta años, o de niños hasta los catorce, quedase impune lo encerraríamos en el loquero; pero a alguien se le ocurre establecer un criterio cronológico igualmente demencial en el aborto y se nos antoja que el tío está palpando progresismo a manos llenas. Lo de establecer garantías específicas de seguridad jurídica para las mujeres que abortan es otra aberración jurídica que provocaría nuestra hilaridad, si no fuera porque la jeta de Leatherface infunde más bien espanto. Nuestro ordenamiento ya establece todas las garantías jurídicas y procesales habidas y por haber: presunción de inocencia, tutela judicial efectiva, asistencia de letrado, etcétera. El fraude de ley, la connivencia con el delincuente, el amparo de la impunidad deben tratarse, pues, de garantías «vanguardistas» que sólo comprendes si te pones ciego a palpar progresismo.

Pero cuando hay que palpar progresismo hasta clavar las uñas es cuando determinas que un delito tipificado puede convertirse, por arte de birlibirloque, en «derecho». Norberto Bobbio, el gran filósofo y jurista turinés, lo estableció tajantemente: «Hay tres derechos. El primero, el del concebido, es fundamental. Los demás, el de la mujer y el de la sociedad, son derivados. Además, y para mí esto es el punto central, el derecho de la mujer y el de la sociedad, que son de ordinario adoptados para justificar el aborto, pueden ser satisfechos sin recurrir al aborto, es decir, evitando la concepción. Una vez ocurrida la concepción, el derecho del concebido solamente puede ser satisfecho dejándolo nacer». Pero, para palpar progresismo en condiciones y ponerse las manos tintas de sangre, más aconsejable que la lectura de Bobbio resulta la de La filosofía en el tocador, de Sade, donde una pionera del progresismo fetén imparte la doctrina que este congreso socialista hace suya: «Somos dueñas de lo que llevamos en el seno, y no hacemos más mal destruyendo esa especie de materia que purgándonos de otra con medicamentos cuando tenemos necesidad. (...) Hemos comprendido que una criatura más o menos sobre la tierra no comporta gran diferencia y que nosotras nos convertimos, en una palabra, en dueñas de ese pedazo de carne no de forma distinta a como lo somos de las uñas que cortamos de nuestros dedos, de las excrecencias de carne que extirpamos de nuestro cuerpo o de los productos de la digestión que evacuamos de nuestras vísceras. (...) Hace falta ser imbéciles para encontrar el mal en una acción tan indiferente». Hannibal Lecter y Leatherface no lo hubiesen explicado mejor.

06 julio 2008

5 DE JULIO, UNA FECHA ABORTIVA.

Hoy, 5 de julio, se cumplen 23 años de la despenalización del aborto en nuestro país. El terrible drama del aborto, drama para todos, los inocentes niños a los que se les priva de vivir; la desesperada madre, que toma la aterradora decisión de acabar con la vida de su hijo; y la adormilada sociedad que desoye con indiferencia semejante crimen mientras piensa en el fútbol, la cerveza y la chancleta de verano. En que país vivimos.
Los abortos legales realizados en España durante el periodo de Felipe González desde el 5 de Julio de 1985 (sanción de J. Carlos I) hasta el 5 de Mayo de 1996 (Toma de posesión de Aznar) fueron 359.624.
Los abortos legales realizados durante la presidencia de J.M Aznar desde el 6 de Mayo de 1996 (Primer día de gobierno) hasta el 17 de Abril de 2004 (Toma de posesión de Rodríguez Zapatero) fueron 511.429. (Fuente: Subdirección General de Promoción de la Salud y Epidemiología).
Hoy, el aborto, con más de 100.000 (101.592) víctimas anuales es la primera causa de muerte en el país, y con un acumulado de casi 2.000.000 de muertos es la segunda causa de muerte en toda la historia de España. Estremece pensar en tales cifras, pero más estremece pensar en que, éstos, sólo son los datos oficiales. La pregunta es: ¿cuántos más se realizaran en esas pseudoclínicas repartidas por gran parte de la geografía española? Se ha sabido recientemente que en muchos de esos abortorios no admite más que el pago en metálico, para asegurar el cobro y posibilitar el fraude; se ha desvelado que practican abortos a menores de 17 años independientemente de si entran o no en los supuestos conocidos como despenalizados; se ha sabido que se practican abortos a fetos de 7 meses hasta con las técnicas más sanguinarias conocidas de corte y succión-aspiración; y se ha sabido que los restos humanos eran “tirados” a cualquier contenedor como si de “basura biológica” se tratara (tal y como pretende regular nuestro gobierno en las próximas fechas).
Hoy, 5 de Julio se cumplen 23 años del inicio de este genocidio que va a más.
Pero la situación es aterradora a nivel mundial. En EEUU se ha cumplido el 35 aniversario de la legalización del aborto, desgraciado e interesado acontecimiento. Desde entonces hasta hoy, sólo allí, se ha ejecutado a 50,253,000 bebes. ¡Más que la población de España entera! Si cada aborto cuesta 375 Dólares, la industria del aborto, nada más en los Estados Unidos, nos da un total de 18.8 billones de dólares ganados a expensas de los más débiles.

Y a pesar de ello, diversos Organismos Internacionales de no poca relevancia, y me refiero a Organismos tales como la ONU y la OMS, pretenden que a partir del año 2015, la práctica del aborto sea una práctica absolutamente normalizada y “garantizada”, como un derecho más del ciudadano, en todos los países del mundo. En Europa, el Consejo de Europa, ha pedido que “el aborto sea una práctica accesible para las mujeres que la demanden en todos los Estados miembros del organismo”, según un informe de la comisión de igualdad de dicha institución, invitando a despenalizarlo en los países que aún no lo han hecho.
Entre las razones del aumento en el nº de abortos en estos últimos años, podemos argumentar varias, pero quizá sea la pérdida de percepción del aborto como un drama, además de la falta de información veraz y responsable que sobre el mismo se desprende las de mayor peso; porque, ¿llegan verdaderamente a saber las madres de estos niños como matan a sus bebes, como los calcinan, como los trituran?
Hoy, la cultura del aborto está tan arraigada en nuestras vidas, que está peor visto fumar que abortar. Entristece pensar sobre la pasmosa la tranquilidad con la que se instalado en nuestras mentes un derecho inexistente: el derecho al aborto. Ojala se despertara en nuestras conciencias algún sentimiento de culpa, quizá así pudiéramos combatir la indiferencia con la que desoímos los crímenes contra los no-nacidos.
Hablar de Vida, hoy, en un mundo donde su prestigio se ha minimizado, donde elegir quien puede, debe, vivir se ha convertido en un derecho indiscutible, donde unos u otros podrán ser exterminados para evitarles el dolor; donde cualquiera puede abortar esa indeseada “masa celular” que ha tenido la osadía de anidar en mí, sin mi permiso; donde mercadear con óvulos y espermatozoides por unos cuantos euros es práctica habitual y donde el derecho a “experimentar” con ellos, los óvulos, se ha legislado recientemente; hablar de vida, hoy, es tan necesario como meritorio, porque ya nadie habla de vida, por ello me animo a difundir este pequeño mensaje en pro de la lucha y defensa de la vida y en contra de “la cultura de la muerte”, porque no debemos rendirnos a ella ya que…
Cuando hay voluntad política se puede acabar con el aborto: En Polónia se pasó de 168.600 asesinados por aborto a 159, a pesar de las dificultades políticas internas y las presiones de los lobbies de la cultura de la muerte presentes en la Unión Europea.

SEA HOY, 5 DE JULIO, UNA FECHA PARA REFLEXIONAR SOBRE LA VIDA Y LOS ATENTADOS QUE CONTRA ELLA SE PRUDUCEN, ENTRE ELLOS, EL ABORTO.

Alvaro Vázquez Prat
Presidente Provida Aragón
Médicos por la Vida Aragón